18 de agosto de 2008

Sanos consejos mediáticos

Me Dicen que todos los días hay que comer manzana por el hierro y una banana, por el potasio.
Y también una naranja, para la vitamina C.
Y una taza de té verde sin azúcar, para prevenir la diabetes.
Todos los días hay que tomarse dos litros de agua. Sí, y orinarlos, que lleva como el doble del tiempo que tomárselos.
Todos los días hay que tomarse un Actimel para tener L.Cassei Defensis, que nadie sabe qué es, pero parece que si no te mandás un millón y medio todos los días, entrás a ver a la gente como borrosa.
Cada día una aspirina, para prevenir los infartos. Y un vaso de vino tinto, para lo mismo. Y otro de blanco, para el sistema nervioso. Y uno de cerveza, que ya no me acuerdo para qué era.
Todos los días hay que comer fibra. Mucha, muchísima fibra, hasta que logres digerir un sweater.
Hay que hacer entre cuatro y seis comidas diarias, livianas, sin olvidarte de masticar cien veces cada bocado.
Haciendo el cálculo, sólo en comer se te van cinco horitas. Ah, después de cada comida hay que lavarse los dientes, o sea: después del Actimel los dientes, después de la manzana los dientes, después de la banana los dientes.
Y pasarte hilo dental, masajeador de encías y buche con Plax...
Mejor ampliá el baño y meté el equipo de música, porque entre el agua, la fibra y los dientes, te vas a pasar varias horas por día ahí adentro.
Hay que dormir ocho horas y trabajar otras ocho, más las cinco que empleamos en comer, veintiuno. Te quedan tres. Según las estadísticas, vemos tres horas diarias de televisión. Bueno, ya no podés: todos los días hay que caminar por lo menos media hora. Por experiencia, a los 15 minutos andá volviendo, si no la media hora se te hace una.
Y hay que cuidar las amistades porque son como una planta: hay que regarlas a diario. Además, hay que estar bien informado, así que hay que leer por lomenos dos diarios, para contrastar la información.
También hay que hacerse tiempo para barrer, lavar la ropa, los platos, y no te digo si tenés perro, mascota o hijos.
En fin, a mí la cuenta me da unas 29 horas diarias. La única posibilidad que se me ocurre es hacer varias de estas cosas a la vez, por ejemplo: te duchás con agua fría y con la boca abierta, así mientras tomás agua, salís del baño con el cepillo de dientes en la boca y de paso mirá la TV, mientras barrés con una escoba atada en la cola. ¿Te quedó una mano libre? Llamá a tus amigos. ¡Y a tus padres!!!
Tomate el vino (después de hablar por teléfono te va a hacer falta).
El Bio Puritas con la manzana te lo puede dar tu pareja mientras se come la banana con el Actimel, y mañana cambian.
Y menos mal que yacrecimos, porque si no nos tendríamos que clavar un Danonino ExtraCalcio todos los días.
Si te quedan 5 minutos, contale esto a algún amigo mientras disfrutás de una cucharadita de Total Magnesiano, que hace muy bien...
Y ahora te dejo porque entre el yogur Activia, el medio pomelo, la cerveza, el primer litro de agua y la tercer comida con fibra del día, ya no sé qué me pasa pero necesito un baño urgente. Ah, ya que estoy aprovecho y me llevo el cepillo de dientes....

La escuela no está preparada para atender hechos violentos

Para casi la mitad de los porteños, la escuela no está preparada para enfrentar los incidentes y las agresiones que tienen como protagonistas a sus alumnos. Para muchos, estos hechos se vinculan con una crisis de valores general, que las familias tampoco logran contener totalmente.
La mayoría vincula la violencia que involucra a los adolescentes con la falta de contención familiar, "el alcohol y las drogas", y hasta los programas de TV.
Los datos surgen de una encuesta entre los ciudadanos de Buenos Aires, realizada por el Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano, en un año en el que se han denunciado numerosos episodios de violencia entre los alumnos, que en muchos casos agreden a los docentes y que, inclusive, son filmados y exhibidos por Internet.
Los resultados de la encuesta muestran algunas contradicciones, lo que podría reflejar cierto desconcierto social.
Si bien se atribuye los hechos de violencia en la escuela a una crisis de valores general, no todos piensan que se trata de una novedad: la mayoría sostiene que las situaciones agresivas con jóvenes se daban antes igual que ahora y que no se difundían.
Quizás este porcentaje sienta que la crisis de valores en la Argentina se manifiesta desde hace rato y es una cuestión de larga data.
Es recurrente la sensación de que el país atraviesa desde hace varias décadas una profunda crisis de valores, que se agudiza con la decadencia económica y que las generaciones más jóvenes heredan.




La primera impresión, es que la violencia surge como reacción ante la frustración. La imposibilidad de alcanzar metas de tipo material que simbolizan erróneamente determinadas posiciones en la escala social, algo así como un nivel, un status socioeconómico que parece el objetivo a alcanzar, hace que la violencia surja como respuesta irracional cargada de resentimiento y odio por aquel, que supuestamente tiene algo, es elegante, lindo o vaya a saber que otra cosa envidiable.
Es cierto que los estímulos externos a los que los jóvenes, y no tan jóvenes se encuentran expuestos no contribuyen en nada a formar un criterio propio ni mucho menos una personalidad ajustada a los parámetros de convivencia social adecuada. Los medios de comunicación realzan el facilismo, el éxito sin esfuerzo, el bienestar económico desmedido por sobre los valores espirituales. Todo pasa por ventilar la vida personal de algún personaje como si fuera una cuestión de estado o una opinión sobre el caso tuviera el valor de un tratado de filosofía. En este contexto aparece la escuela como depósito de niños, muchachos que no conocen límites racionales, sus únicos frenos son violentos y, en consecuencia responden con más violencia, física o verbal.
El problema no es el hoy, lo complicado es el futuro, es ver hacia delante. El recambio generacional se produce en este marco y las instituciones educativas poco pueden hacer, más que nunca David aparece débil ante Goliat y lo peor es que esta vez caerá derrotado.
El análisis se ha hecho muchas veces, faltan propuestas para la solución. Una buena idea sería aquello de educar con el ejemplo, que quienes son notables predicaran los valores que faltan con sus actitudes y sus acciones, así como el que quiere enseñar hábitos y costumbres. La mejor forma de hacerlo es practicándolos y no proclamándolos.
Lástima que la realidad cotidiana devuelve día a día lo contrario.