25 de agosto de 2008

Cromañón, la interna

La trágica noche del 30 de diciembre de 2004 el incendio de República Cromañón provocó la muerte de 194 personas y los familiares de las víctimas, que al principio intentaron formar un frente común, se fueron agrupando en bandos, cuyas diferencias desencadenaron la aparición de distintos letrados, que se encargaron de patrocinar a los sectores que fueron surgiendo con el desarrollo de la investigación judicial. A pesar, de que hubo intentos por unificar la estrategia de los padres, ante el hecho concreto del juicio oral, las buenas intenciones se perdieron en el camino.
Al principio surgieron dos facciones bien diferenciadas. Había un grupo duro y uno más conciliador. Entre los duros te podría mencionar como figura conocida a Ricardo Righi, padre de una de las víctimas, quien se oponía a la vuelta a los escenarios de Callejeros y hasta amenazó con inmolarse si eso sucedía. También, criticó la investigación judicial y por eso mismo fue denunciado por la jueza de Instrucción, María Angélica Crotto y hasta llegó a mencionar a importantes ex funcionarios nacionales del kirchnerismo como involucrados en la tragedia.

El otro sector era más conciliador y estaba representado por el abogado José Iglesias, más propenso al diálogo y no llegaba a ser tan duro con los investigadores judiciales.
Pero el transcurrir de los meses provocó nuevas fisuras y surgieron dos grupos más cuyo origen fueron los grupos originales. La interna entre los padres desembocó en cuatro querellas distintas. Las diferencias arrancan en la acusación contra el principal imputado el ex gerenciador del boliche de Once, Omar Chabán. Para unos la acusación es de estrago doloso seguido de muerte y cohecho activo, para otros homicidio simple y los demás coinciden en imputarlo por el delito de homicidio simple y cohecho activo. Por otro lado, la acusación de la fiscalía contra Chabán es por estrago doloso seguido de muerte y cohecho activo.
En el caso de Callejeros, las diferencias entre los padres son más simples, ya que dos de los grupos no los acusan. Sin embargo, los sectores que si lo hacen, no coinciden en el delito. Para el primer grupo son culpables de homicidio simple y cohecho activo y para el segundo de estrago doloso seguido de muerte y cohecho activo, esta última acusación es compartida por la fiscalía. En el caso de los ex funcionarios porteños, Fabiana Fiszbin, ex subsecretaria de Control Comunal, Gustavo Torres, ex director general de Fiscalización y Control y quien era su segunda en la función pública, Ana María Fernández; los puntos de vista opuestos vuelvan a salir a la luz. dos grupos de padres coinciden en acusarlos por el delito de homicidio simple, otro por el de homicidio culposo y un último por el de incumplimiento de los deberes de funcionario público, imputación que también le hace la fiscalía.
Ante tantas querellas con miradas distintas se va a complicar la resolución del juicio oral. Porque cualquiera sea el resultado del mismo, va a dejar a muchos con la sensación de que no cumplió con los objetivos esperados.

Barrio de la Chacarita

Chacarita está delimitado por las siguientes calles: Avenida Elcano, Vías del Ferrocarril Gral. Urquiza, Avenida Del Campo, Avenida Garmendia, Avenida Warnes, Avenida Dorrego, vías del FF.CC. San Martín, Avenida Córdoba y Avenida Álvarez Thomas.
Las tierras de este barrio pertenecieron antiguamente a los jesuitas, que tenían grandes chacras allí. Su nombre proviene del diminutivo de la palabra "chacra" o "chácara".
Los primeros alumnos del Nacional, por ejemplo, se acostumbraron a pasar sus vacaciones en la zona que antes albergó las principales construcciones de los jesuitas (una parte del terreno actual del Cementerio). Estas andanzas de los estudiantes, inmortalizadas por Miguel Cané en "Juvenilia", pronto convertirían al lugar en "la Chacarita de los Colegiales", nombre de donde saldrían las designaciones de dos barrios porteños. Allí, en 1790, en medio de coloridas ceremonias, el virrey Del Campo entregó el mando a don Nicolás de Arredondo, y en 1806, Santiago de Liniers concentró en la Chacarita las tropas que marcharían a expulsar al invasor inglés.
En la década de 1820, el ministro de gobierno Bernardino Rivadavia hizo un experimento de colonización en la zona de la Chacarita. Trajo inmigrantes alemanes, creó una colonia y la llamó "Chorroarín". El experimento fue un fracaso y sólo el nombre se ha perpetuado hasta hoy en una de las avenidas que circunscribe la Facultad de Agronomía y Veterinaria.Durante la época de Rosas, la Chacarita albergó a numerosas guarniciones militares y a centenares de indios tomados prisioneros durante la Campana del Desierto de 1833. Posteriormente, el barrio volvió a ser un lugar de huertos y sembradíos. Decenas de agricultores se afincaron allí para producir hortalizas, cereales, y "paja de Guinea", usada por los escoberos.Entonces, la zona era uno de los lugares más agradables de los alrededores de Buenos Aires y también, la de las tierras más altas de toda la geografía porteña.Pero la muerte llegó en 1871. Cuando la locomotora "La Porteña" depositó en el otrora pequeño Cementerio del Oeste su fúnebre carga de víctimas de la epidemia de fiebre amarilla, que hizo estragos en la población de Buenos Aires.






En 1880, la cuestión de la Capital vinculó a la Chacarita con la historia una vez más. El pueblo de Belgrano era, entonces, capital de la Nación, mientras que en el centro se ubicaba el gobierno de la provincia, a cuyo frente estaba Carlos Tejedor. El presidente Avellaneda acuarteló sus tropas en este barrio, lugar donde tenía su residencia, y allí, al mando de Carlos Pellegrini, las tropas nacionales se enfrentaron con el ejército de la Provincia. La "Ley Capital", en ese mismo año, dio fin a toda disputa. Por sus disposiciones, los terrenos de Belgrano y Flores, más una buena parte de las antiguas posesiones jesuíticas, se incorporaron al ejido urbano. Entre tantas casas quintas queda aún la de la familia Comastri, más conocida como "El Mirador Comastri", actualmente es la Escuela Nacional de Educación Técnica N° 34. La construcción data de 1870, y fue famosa porque en ella residieron Roca y Pellegrini. También visitaban al dueño de casa, el Gral. Mitre y el doctor Alem y además sirvió de escondite a Hipólito Yrigoyen durante el movimiento cívico de 1893. Por ese entonces, la zona era llana, para ser exactos, se la conocía como el valle del arroyo Maldonado, que actualmente corre entubado bajo la Avenida Juan B. Justo. No había construcciones en derredor, todo era campo y por el oeste se vislumbraban los montes frutales. Algunos lujos que dieron fama al lugar fueron la iluminación a gas y el primer pararrayos del barrio. Cabe enumerar dentro de su historia la fábrica de acordeones artesanales del italiano Juan Anconetani, de la calle Guevara 478, que desde el año 1917 son famosos no sólo por la calidad de su artesanía sino porque sus hijos fueron muy buenos violinistas.