8 de octubre de 2008

12 de Octubre Día de la Hispanidad

El 3 de agosto de 1492 salían de España al mando de Cristóbal Colón las carabelas Santa María, la Niña y la Pinta. El 12 de octubre del mismo año arriban a la isla de Guanchanmí, bautizada por los descubridores como San Salvador. Lo primero que hicieron aquello bravos marineros en el Nuevo Mundo fue cantar solemnemente el Te Deum, en acción de gracias a Dios. A continuación, se dirigieron a Cuba y descubrieron la isla de Haití, que recibió el nombre de La Española. Allí se estableció la jerarquía eclesiástica en 1511, cuyo primer obispo fue el franciscano García de Padilla.

Bandera de la Hispanidad
Creada por el capitán uruguayo Ángel Camblor, la bandera de la Hispanidad, que constituye un símbolo del pasado y futuro común de los pueblos hispánicos, fue izada por vez primera el 12 de octubre de 1932 en la Plaza de la Independencia de Montevideo por la poetisa Juana de Ibarbourou (conocida asimismo como “Juana de América”), quien patrocinaba un concurso de banderas representativas de la Hispanidad, y que ganó Camblor con su diseño.
Es blanca de fondo, color distintivo de la paz. Porta en el centro tres cruces alineadas que representan la nao y las dos carabelas del Descubrimiento, así como la Cristiandad; cóncavas o mayas las denomina el autor en recuerdo de aquellas que en las primeras expediciones a Méjico vieron los hombres del conquistador Francisco Hernández de Córdoba, y que encontraron asombrosamente parecidas a las que los españoles acostumbraban a llevar en las velas de sus embarcaciones. Su color violeta representa el estandarte del Reino de Castilla. Tras la cruz central se levanta un sol naciente, por ser éste el astro más venerado en las civilizaciones precolombinas -muy especialmente por los incas-, y también porque los monarcas españoles llevaron sobre la cimera de sus armas un sol con la orgullosa divisa a solis ortu usque ad occasum para manifestar que el sol no se ponía en los dominios del Imperio Hispánico.



La bandera de la Hispanidad fue solemnemente izada el 12 de octubre -Día de la Hispanidad- del año 1933 en Madrid, Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile entre otras ciudades. La VII Conferencia Interamericana, reunida en Montevideo en diciembre del mismo año, la adoptó junto con el lema “Justicia, Paz, Unión y Fraternidad”, y recomendó su uso como enseña común de Hispanoamérica. En ese concepto fue adoptada, tras sucesivos decretos, por los Gobiernos de Honduras, Nicaragua, Paraguay, Chile Bolivia, Ecuador, Guatemala, República Dominicana, Perú, Colombia, Costa Rica, Panamá. Méjico y El Salvador.

El español, la lengua de la Hispanidad

El español o castellano es la segunda lengua natal más hablada del mundo, después del chino, y el idioma oficial de más de veinte países, siendo México el país con un mayor número de hispanohablantes. Se habla en los cinco continentes: a España, la mayor parte de América, Filipinas y los territorios hispanos de África se une la Isla de Pascua en Oceanía, perteneciente a la República de Chile.

Con la conquista de América, el español se expandió a través de todo el continente, desde California hasta Tierra del Fuego. El castellano original derivó paulatinamente en numerosas variantes que, si bien respetan el tronco principal, tienen diferencias de pronunciación y de vocabulario.
Filipinas merece una especial atención en esta cuestión. Desde 1899, año en que pasó a ser una colonia de Estados Unidos, sus autoridades siguieron una política de deshispanización del país, imponiendo el inglés. A pesar de que en Filipinas subsistía, a principios del siglo XX, un importante número de hispanohablantes (unas 900 000 personas), y a pesar de que su primera Constitución declaraba el español como lengua oficial, las autoridades norteamericanas fueron arrinconando el idioma progresivamente.

Theodore Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica de 1901 a 1909, manifestó en Baltimore, en 1912 que «la fe católica inspiró aquella espléndida floración del tiempo de los Reyes Católicos, de energías intelectuales y morales más exuberantes que las de los bosques vírgenes de esta América; de aquellos frutos sazonados del siglo de oro español; ella creó el carácter hispano, robusto y viril, noble y generoso, grave y valiente hasta la temeridad; los sentimientos caballerescos de aquella raza potente de héroes, sabios, santos y guerreros, que nos parecen hoy legendarios; de aquellos corazones indomables, de aquellas voluntades de hierro, de aquellos aventureros nobles y plebeyos, que con pobres barcos de madera, corrían a doblar la tierra y a ensanchar el espacio, limitando esféricamente el Globo y completando el planeta y abriendo, a través del Atlántico, nuevos cielos y nuevas tierras. Ella movió a esa raza española, que ha hecho lo que ningún otro pueblo: descubrir un mundo y ofrecérselo a Dios, que se lo concedió. Fue un fraile español el que inspiró las Leyes de Indias, tan paternales, para que los españoles, con la transfusión de su sangre, de su vida y de su Fe, implantaran en nuestro suelo una civilización muy distinta de la de otros pueblos conquistadores, más humanitaria que la que mata y esclaviza razas, como han hecho los franceses y los ingleses, y nosotros mismos con los indios en Norteamérica».

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