13 de septiembre de 2008

Que semanita para la Selección

Dicen los que saben que la selección Argentina de fútbol lo tiene todo. A ver, Carrizo en el arco es buenísimo, Demichelis es un firme defensor con voz de mando. En el medio, Gago y Mascherano no dejan pasar a ningún rival. Arriba, hay talento de sobra: Messi, Agüero, Tevez, Riquelme. También el equipo cuenta con apariciones notables, Di María, Pareja, Denis, Lavezzi.
Entonces, la pregunta es: ¿por qué juegan tan horrible?, ¿por qué aburren?. Estos muchachos parecen super modelos internacionales comparados con los jugadores que domingo a domingo pelean el torneo local, que serían las vecinitas del barrio, aguerridas y trabajadoras, lindas, pero modestas.
Es fácil culpar al técnico, pero que te hagan un gol en tiempo de descuento gracias a una corajeada de un lateral rival que corre de área a área después de robar una pelota cerca de su propio banderín del corner es, sin dudas, un papelón tanto para Basile como para los once multimillonarios que corrían sin ton ni son por la noche peruana.
La gente no grita cuando el equipo juega de local, porque en realidad no lo es. Estos futbolistas viven literalmente en otro mundo, son megaestrellas, ganan fortunas inimaginadas para el común de la gente. Con lo que perciben mensualmente por todo concepto podrían comprar cómodamente varios departamentos como el mío o como el tuyo y aun así les sobraría dinero.
Estos jugadores llegan al país cada tanto como si fueran una especie de Mesías. Tevez se esfuerza por demostrar y derrapa, Messi desaparece sin pelota, Agüero está pendiente de su suegro el Diego, Riquelme toca su blues y en el área nunca hay nadie. Extrañamos tanto al Matador, a Valdano, al Bati.
Las eliminatorias no son una instancia fácil, miren a Brasil, pero a estos rivales se les gana sin despeinarse, son equipos modestos pero con mucha voluntad que parece es lo que falta por estos lugares.
La cuestión es que la Selección está integrada por una especie de vedettes que a las claras están reservando sus plumas para Sudáfrica, esa es la verdad. Ahora regulan, se cuidan pero aburren espantosamente.

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